domingo, 6 de marzo de 2016

Dos pasos más. Día tres.

15 de agosto de 1944.
Querido diario:
¡Hace tanto que no te escribo! He estado muy preocupada y ocupada estos años.
Estamos en guerra diario, hace años que no veo a Yûka, a veces nos llean cartas a mí y a los niños, pero no tan a menudo como me gustaría.
El dinero empezó a escasear, y me busqué un trabajo. Ahora limpio casas de gente adinerada. 
Me gusta mucho, pero tengo que dejar a los niños en casa de Yumiko (una amiga mía), y no los veo tanto como quisiera. 
¡Han crecido tanto en siete años. No te lo podrías imaginar.
El día después de que te escribiera, Japón atacó China. A mi no me gustan las guerras. Me hacen sentir insegura, y me da miedo que mis hijos puedan peligrar.
Nutsuki se ha convertido en una hermosa mujer. Mis suegros están pensando en casarla, en reunirse con un apuesto hombre y sus padres y concertar la boda.
Eso es lo que hicieron conmigo.
Con el paso de los años, viviendo en esta dichosa guerra, me he dado cuenta de que la mujer tiene un papel degradante. A veces lo hablo con Yumiko, pero sus mejillas enrojecen y río como si fuera una broma. Como si nuestra situación fuese un chiste.
Nagasaki es muy concurrida últimamente. Somos los proveedores de la guerra. Ya lo he asumido. Si no realizáramos tanto material de guerra, quizá Yûka vería crecer a sus hijos.
Aunque ya he perdido la esperanza de que algún día se acabe este infierno.
Hablando con Yumiko el otro día, me contó algo que me ha dejado perpleja.
Ayer, cuando la los niños y yo estábamos en su casa, me leyó un reportaje. Se llamaba Reportaje no. 49.
Al parecer, hay otras mujeres que trabajan en estos momentos. Pero no son japonesas, al menos no la mayoría.
Se llaman mujeres de confort, y trabajan como prostitutas para militares japoneses. 
Al escribir esto, me doy asco por mis orígenes. La mayoría son violadas y secuestradas. Muchas de ellas son coreanas. De hecho, el reportaje de ayer iba sobre veinte coreanas que habían escapado de un burdel.
Estos burdeles están repartidos por todo el mundo. Para saciar el apetito de los militares japoneses. 
No puedo evitar pensar en Yûka. ¿Será él participe de esta atrocidad?
No lo sé, pero no puedo quitarme de la cabeza la imagen de mujeres esclavizadas, siendo turtaradas. Y todo por ser mujer. 
No entiendo por qué el mundo tiene que ser así.

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